Insuficiencia renal y diabetes mellitus: trasplante de riñón, páncreas y riñón-páncreas

¿Qué es?

Insuficiencia renal crónica (IRC)

La insuficiencia renal se define como la pérdida de la función renal. Hay muchas condiciones clínicas que la causan. Algunas pueden ser congénitas o hereditarias (poliquistosis renal, síndrome de Alport, etc.). Otras, las más frecuentes, son adquiridas (glomerulonefritis, diabetes mellitus, hipertensión, etc.). La insuficiencia renal puede producirse de forma súbita (forma aguda) o lenta (forma crónica). Si el diagnóstico se realiza en las primeras fases, el tratamiento puede ralentizar e incluso evitar el empeoramiento de la enfermedad. En su fase más avanzada, las opciones de tratamiento incluyen la terapia sustitutiva de diálisis (diálisis peritoneal o hemodiálisis) y el trasplante de riñón. Aunque hasta hace unos años el trasplante renal se consideraba una intervención que no salvaba la vida, ahora está ampliamente demostrado que no sólo mejora significativamente la calidad de vida de los pacientes, sino también su esperanza de vida en comparación con la diálisis. Sólo con el trasplante se puede curar definitivamente la insuficiencia renal.

Diabetes Mellitus (DM)

La diabetes es una enfermedad en la que los niveles de glucosa en sangre son excesivamente altos debido a la ausencia o al funcionamiento reducido de la insulina, una hormona producida en el páncreas. La insulina es necesaria para que la glucosa "entre" en las células del cuerpo, donde puede ser utilizada como alimento. En ausencia de insulina, la glucosa permanece en la circulación, dando lugar a lo que se conoce como "hiperglucemia". Una forma particular de diabetes, la diabetes de tipo 1 (también conocida como "juvenil" o autoinmune), se desarrolla cuando el sistema inmunitario del organismo ataca y destruye las células del páncreas encargadas de producir insulina. Como resultado, las personas con diabetes de tipo 1 carecen de la capacidad del páncreas para producir insulina. Estas personas necesitan insulina del exterior para mantener sus niveles de azúcar en sangre dentro de los rangos normales. Mantener la glucemia dentro de los rangos normales es importante para reducir el riesgo de desarrollar las complicaciones asociadas a la diabetes mal controlada, como ceguera, insuficiencia renal, daños en el sistema nervioso, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, pérdida de conciencia y coma. En los casos en que la enfermedad no se controla adecuadamente con la administración de insulina, las posibilidades terapéuticas incluyen el trasplante de células de los islotes y el trasplante de páncreas, un procedimiento que ya está bien establecido en todo el mundo.

¿Cuáles son los síntomas?

INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA. En las primeras fases de la insuficiencia renal, no suele haber síntomas evidentes porque el organismo es capaz de compensar la pérdida de la función renal. En esta fase, sólo un análisis de sangre u orina puede poner de manifiesto un posible problema renal. Sin embargo, cuando la enfermedad alcanza una fase avanzada, pueden aparecer síntomas siguientes:

  • Fatiga
  • Dificultad de concentración
  • Variación de peso
  • Alteraciones del sueño
  • Fasciculaciones y calambres musculares
  • Hinchazón de los miembros inferiores/edema
  • Sibilancias
  • Piel seca, picores
  • Hematuria
  • Disminución de la diuresis
  • Trastornos digestivos, náuseas
  • Dolores de cabeza

DM. La sintomatología de la diabetes varía en función del nivel de glucemia y de la progresión de las complicaciones (nefropatía, retinopatía, vasculopatía). La sintomatología relacionada con la diabetes de tipo 1 se manifiesta por:

  • Fatiga
  • Aumento de la sed
  • Poliuria
  • Pérdida de peso
  • Náuseas
  • Dolor abdominal
  • Visión borrosa
  • Temblores
  • Confusión
  • Pérdida de conocimiento
  • Coma

¿Cómo se diagnostica?

IRC. Para comprobar si los riñones funcionan correctamente, hay que realizar determinados análisis de sangre y orina. Es importante destacar que, en la mayoría de los casos, la insuficiencia renal no produce síntomas perceptibles hasta una fase avanzada. Si se diagnostica una insuficiencia renal, el nefrólogo evaluará las causas del daño renal y dirigirá los siguientes pasos de investigación y tratamiento. También pueden realizarse investigaciones instrumentales como ecografía, tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética (RM) y biopsia renal para evaluar la estructura y el tamaño de los riñones y las vías urinarias.

  • análisis de sangre
  • examen de orina 
  • ecografía
  • TC
  • RM
  • biopsia de riñón

DM. Para el diagnóstico de la diabetes es necesario un análisis de sangre. Un valor de glucosa en sangre en ayunas >126 mg/dl confirmado en al menos dos días diferentes es suficiente para el diagnóstico de diabetes. También puede utilizarse otro análisis de sangre conocido como prueba de hemoglobina glucosilada (HbA1c): se diagnostica diabetes si su valor supera el 6,5%. El diagnóstico también puede confirmarse realizando una prueba -carga oral de glucosa-.

  • glucemia basal
  • hemoglobina glicosilada
  • prueba de carga de glucosa
  • examen de orina

Exámenes sugeridos

¿Cómo se trata?

Insuficiencia renal crónica (IRC)

Hasta la fecha no existe una terapia para curar la insuficiencia renal crónica. Una terapia correcta puede ralentizar el empeoramiento de la enfermedad y limitar las molestias de la persona a lo largo del tiempo. La terapia depende del grado de insuficiencia renal y de la afección original que la provocó. En los casos graves de insuficiencia renal, en los que la terapia médica ya no es suficiente para garantizar el equilibrio del organismo, es necesario recurrir a la diálisis (diálisis peritoneal o hemodiálisis) o al trasplante de riñón.  Sin embargo, la diálisis está asociada a complicaciones y a una elevada mortalidad.

De hecho, el tratamiento de diálisis provoca daños cardiovasculares, cambios en el esqueleto, anemia y retraso en el crecimiento de los niños. Además, la calidad de vida durante la diálisis se ve comprometida. Por estas razones, el trasplante renal se considera el tratamiento de elección para los pacientes que necesitan una terapia de sustitución renal. El trasplante renal requiere la disponibilidad de un órgano para ser trasplantado, ya sea de un donante vivo o de un donante cadáver. El trasplante renal en vida es actualmente una práctica bien establecida y en constante desarrollo en nuestro país. Debido a los datos ampliamente respaldados por la literatura sobre la seguridad para el donante y los mejores resultados para el receptor, debería considerarse siempre como la primera opción terapéutica para los pacientes con IRC avanzada por una serie de ventajas en comparación con el trasplante de donante no vivo:

  • posibilidad de realizar la intervención antes del inicio de la diálisis (trasplante preemptivo)
  • planificar la intervención para optimizar su éxito y permitir el pretratamiento del receptor si es necesario,
  • reducir el tiempo de isquemia y, por tanto, los riesgos de retraso en la recuperación de la función renal
  • identificar las mejores compatibilidades inmunológicas y reducir así los riesgos de rechazo.

Todas estas condiciones permiten que los resultados a corto y largo plazo del trasplante de vivo sean mejores que los del trasplante de donante cadáver, tanto en términos de función renal como de supervivencia. Además, desde una perspectiva general, el aumento del número de trasplantes de vivo es esencial para hacer frente a la escasez crónica de donantes no vivos, que conduce a un posible alargamiento de los tiempos de espera para diálisis y a la saturación de las listas de espera de donante cadáver para el tratamiento inmunosupresor.

Diabetes Mellitus (DM)

La diabetes es una enfermedad en la que los niveles de glucosa (azúcar) en sangre son excesivamente altos debido a la ausencia o al funcionamiento reducido de la insulina, una hormona producida en el páncreas. La insulina es necesaria para que la glucosa "entre" en las células del cuerpo, donde puede ser utilizada como alimento. En ausencia de insulina, la glucosa no puede entrar en las células y permanece en la circulación, lo que da lugar a lo que se conoce como "hiperglucemia" (un exceso de azúcar en la sangre). Una forma particular de diabetes, la diabetes de tipo 1 (también conocida como "juvenil" o autoinmune), se desarrolla cuando el sistema inmunitario del organismo ataca y destruye las células del páncreas encargadas de producir insulina. Como resultado, el páncreas ya no es capaz de producir insulina en los individuos con diabetes de tipo 1. Por lo tanto, estas personas necesitan insulina del exterior, administrada mediante inyecciones, para mantener sus niveles de azúcar en sangre (glucemia) dentro de los rangos normales. Muchos estudios han demostrado que mantener el nivel de azúcar en sangre dentro de los rangos normales es importante para reducir el riesgo de desarrollar las complicaciones asociadas a la diabetes mal controlada, como ceguera, insuficiencia renal, daños en el sistema nervioso, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, pérdida de conocimiento y coma.

El trasplante de páncreas es un procedimiento terapéutico bien establecido en todo el mundo para el tratamiento de la diabetes de tipo 1 entre las personas que tienen dificultades para controlar la glucemia. La mayoría de los trasplantes de páncreas se realizan simultáneamente o después del trasplante de riñón, mientras que el trasplante de páncreas aislado se reserva para un número más reducido de pacientes que cumplen los criterios para este procedimiento.

Además del trasplante de páncreas, otra opción terapéutica es el trasplante de ínsulas de Langerhans. Mediante técnicas avanzadas de laboratorio, es posible separar estos agregados celulares del páncreas entero extraído del donante, reduciendo así al mínimo (5 a 10 mL) el tejido a trasplantar. En este caso se evita una cirugía mayor, ya que el procedimiento de trasplante se realiza mediante la simple infusión de los islotes en el hígado. Para conseguir la función óptima esperada, que se traduce en una clara mejora de la compensación metabólica, con desaparición de las fluctuaciones de hiper e hipoglucemia, normalización de la hemoglobina glicosilada y reducción de las necesidades de insulina hasta su total suspensión (50-60% de los casos), suele ser necesario realizar dos o más infusiones, con varios meses de diferencia, ya que una sola infusión no garantiza una masa de células beta suficiente para conseguir los objetivos deseados. De hecho, el procesamiento del páncreas en el laboratorio no permite recuperar la totalidad de los islotes.

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