Reflujo vesicoureteral en niños

¿Qué es?

Es el flujo ascendente de la orina desde la vejiga hacia el riñón.

La gravedad del reflujo varía desde un grado I de nivel bajo hasta un grado V de nivel alto.

La orina es producida por los riñones, recogida en unas cavidades en forma de embudo, denominadas pelvis renal, y conducida a los uréteres, unos largos tubos que permiten que la orina descienda desde el riñón hasta la vejiga. Se distingue entre el tracto urinario superior, que incluye el riñón, la pelvis y el uréter, y el tracto urinario inferior, que incluye la vejiga y la uretra.

En condiciones normales, la orina, una vez que llega a la vejiga, ya no puede regresar al uréter.

Causas y factores de riesgo

El reflujo afecta a entre el 1 y el 18,5% de los niños y es más frecuente en las mujeres (85%) y en los niños de raza blanca.

Hay dos causas principales.

La primera es una anomalía congénita en la unión entre el uréter y la vejiga que provoca un reflujo primario.

La segunda es una obstrucción del tracto urinario inferior, que da lugar a un reflujo secundario. La obstrucción puede ser una válvula uretral posterior (obstrucción de la salida de la orina a nivel de la uretra), un mal funcionamiento de la vejiga (vejiga neurológica), un divertículo vesical (eversión de la pared de la vejiga) o una operación vesical anterior.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas varían según la edad del niño.

En los bebés y los niños son:

  • retraso en el crecimiento
  • falta de apetito;
  • fiebre superior a 38,5 °C;
  • vómitos;
  • diarrea;
  • tez grisácea o amarillenta;
  • irritabilidad o letargo.

En los niños y adolescentes son:

  • micción dolorosa;
  • micción con frecuencia;
  • enuresis;
  • fiebre superior a 38,5°C o dolor en el costado.

¿Cómo se diagnostica?

Con la ecografía prenatal se puede detectar la dilatación de las cuencas renales y sospechar el reflujo vesicoureteral incluso antes de que aparezcan los síntomas.

Si se sospecha que hay reflujo, el urólogo pediátrico valora la necesidad de realizar pruebas, como por ejemplo:

  • cistografía miccional: consiste en la colocación de una sonda vesical, el llenado de la vejiga con un medio de contraste y la realización de unas radiografías mientras se llena la vejiga. También permite estudiar la anatomía y el funcionamiento de la vejiga y la uretra;
  • cistografía: utiliza sustancias radiomarcadas. Es indirecta si se inyectan en una vena, mientras que es cistografía directa si se instilan en la vejiga a través de un catéter. En comparación con la cistografía, estos métodos proporcionan al niño una menor dosis de radiación, no permiten estudiar la uretra y definen el grado de reflujo con menor precisión;
  • urografía intravenosa: consiste en administrar sustancias visibles en las radiografías en una vena y tomar repetidas radiografías en secuencia. Proporciona un estudio anatómico y funcional de los riñones y las vías urinarias;
  • gammagrafía renal: mediante sustancias radiomarcadas inyectadas en una vena, permite estudiar por ordenador la función renal y evaluar la posible presencia de una obstrucción al flujo de orina.

Exámenes sugeridos

¿Cómo se trata?

En el caso del reflujo, los riñones están expuestos a un riesgo infeccioso, que puede provocar daños funcionales en el riñón con el tiempo. Por ello, es fundamental administrar una dosis baja de antibiótico a diario para proteger los riñones del daño infeccioso.

El tratamiento posterior depende de la naturaleza del reflujo (primario o secundario) y del grado y la edad del niño. En particular, para:

  • reflujo primario de grado I-II: en el 80% de los niños se resuelve espontáneamente en 3 años de terapia médica en casa. Por lo tanto, en estos casos no se lleva a cabo ninguna terapia quirúrgica;
  • reflujo primario de grado III-IV-V: hay diferentes opiniones. Algunos abogan por una terapia médica completa, llevada a cabo en casa, ya que se cree que con el tiempo el reflujo desaparece. Otros, incluido el equipo de San Raffaele, creen que es preferible una cirugía decisiva a exponer al niño a daños renales y a una terapia antibiótica prolongada. La cirugía tiene una tasa de éxito del 98% si se realiza por la vía abierta tradicional y del 80% si se realiza por vía endoscópica. La reimplantación vesico-ureteral, realizada de forma abierta, tiene como objetivo evitar que la orina fluya desde la vejiga hacia los riñones, aislando y recolocando los uréteres. Se espera una hospitalización de tres días.

En cambio, la corrección endoscópica del reflujo requiere una noche de hospitalización o se realiza en un hospital de día. Evitando las incisiones en la piel, se ve el interior de la vejiga a través del cistoscopio y se inyectan sustancias en la salida ureteral que impiden el reflujo de la orina;

  • reflujo secundario: se trata la patología causante del reflujo (por ejemplo, obstrucciones neurológicas de la vejiga y la uretra).
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Procedimientos sugeridos

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