Tumores de la columna vertebral

¿Qué es?

El hueso representa el tercer sitio de localización metastásica después del pulmón y el hígado. La columna vertebral es el sitio más frecuente de los tumores óseos secundarios. Las metástasis representan el 90% de las series, dejando el 10% restante a los tumores primarios de la columna vertebral. Los tumores primarios de la columna vertebral se dividen en benignos y malignos. Los benignos son el osteoma osteoide, osteoblastoma, quiste óseo aneurismático y tumor de células gigantes. El osteoma osteoide y el osteoblastoma son los histotipos más frecuentes. Los tumores malignos incluyen condrosarcoma, cordoma, sarcoma de Ewing y osteosarcoma. Este último representa el sarcoma más común y constituye entre el 3 y el 15 % de todos los tumores espinales primarios. Los histotipos más frecuentes de metástasis son: mieloma múltiple, mama, próstata, tiroides, pulmón, vejiga, renal, melanoma/colorrectal. La columna torácica es el lugar más frecuente de afectación (70%), seguida de la columna lumbar (20%) y la columna cervical con el sacro (10%). El cuerpo vertebral está implicado en el 80% de los casos y los elementos posteriores están afectados en el 20%. La mayoría de las metástasis son osteolíticas (95%), la mama y la próstata tienen también una variante osteoblástica.

¿Cuáles son los síntomas?

La presentación clínica de la afectación tumoral de la columna vertebral consiste en: dolor, síntomas neurológicos, inestabilidad mecánica y deformidad vertebral. Hay tres tipos de dolor: dolor local debido al estiramiento del periostio o a la inflamación causada por el crecimiento del tumor; dolor radicular causado por el pinzamiento de la raíz nerviosa debido a la compresión del tumor; dolor mecánico asociado al colapso vertebral. Los síntomas neurológicos consisten en trastornos de la sensibilidad, trastornos motores y trastornos de los esfínteres. La inestabilidad mecánica debida a la metástasis espinal es una indicación para la estabilización quirúrgica. La puntuación más común para evaluar la estabilidad de la columna vertebral es la puntuación neoplásica de la inestabilidad vertebral (SINS); los componentes de la SINS son: localización (0-3), dolor (0-3), lesión ósea (0-2), alineación radiográfica de la columna (0-4), colapso del cuerpo vertebral (0-3), afectación posterolateral de los elementos vertebrales (0-3). Las lesiones metastásicas de la columna vertebral con un SINS bajo (0-6) suelen considerarse estables, mientras que un SINS alto (13-18) sugiere inestabilidad que probablemente requiera estabilización quirúrgica. La escoliosis dolorosa en un adolescente sugiere fuertemente un osteoma osteoide o un osteoblastoma.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico utiliza la radiología convencional asociada a la biopsia. La radiografía permite detectar si la lesión es osteolítica u osteoblástica y poner de manifiesto una fractura patológica de la vértebra, TC suele realizarse para visualizar los vasos y la vascularidad del tumor y de los tejidos reactivos. En los tumores óseos muestra la extensión del tumor en la vértebra, la extensión del tumor en los compartimentos de tejidos blandos y espacios extracompartimentales y su relación con el haz vascular y las vísceras. La TC es superior a la RM para mostrar los tejidos mineralizados. La TC también es útil para demostrar el efecto de la radiación o la quimioterapia o la recidiva local después de una resección de la columna vertebral. La RM es tan útil como la TC para el estudio local de las lesiones vertebrales. En general, la RM es superior a la TC en el estudio de los tejidos blandos, la médula ósea y la columna vertebral. La RM también es esencial para demostrar los efectos de la quimioterapia o la radioterapia y para controlar las recidivas locales después de la cirugía. La angiografía muestra la vascularidad patológica y la embolización arterial selectiva se ha convertido en una herramienta indispensable para reducir las hemorragias intraoperatorias. También es importante destacar la presencia de la arteria de adamkiewicz. La gammagrafía ósea y PET son importantes para localizar la lesión y diferenciar los tumores de las enfermedades infecciosas. Las pruebas de laboratorio son importantes para diagnosticar el mieloma múltiple (proteína monoclonal), el osteosarcoma (fosfatasa alcalina sérica) y el sarcoma de Ewing (deshidrogenasa láctica). La indicación y la realización de la biopsia exigen el conocimiento de los diagnósticos por imagen, la patología y el tratamiento de los tumores óseos y de partes blandas. Debido a que todos los tejidos potencialmente contaminados por células tumorales deben ser ampliamente incluidos en la extirpación quirúrgica definitiva, el abordaje de la biopsia debe situarse a lo largo de la línea de incisión que se utilizará para la cirugía. La decisión principal en la planificación de la biopsia se toma con respecto si se debe realizar una biopsia con aguja fina, una biopsia con trocar, una biopsia incisional o una biopsia excisional. La biopsia con aguja fina es la menos traumática y tiene menos probabilidades de contaminar los planos de tejido. Tiene la mayor incidencia de falsos negativos. Se utiliza principalmente en los tumores de tejidos blandos, en la recidiva local o en las metástasis, en el cribado entre el tumor y la infección. La biopsia con trocar aunque es poco traumática, puede ocasionalmente causar hematomas con potencial contaminación de los planos tisulares. Permite obtener más material para analizar que la biopsia con aguja fina. La incidencia de falsos negativos es baja. La biopsia incisional está indicada en casos difíciles, en los que se desea realizar un estudio histológico detallado en muestras de gran tamaño y la obtención de material para estudios especiales, y en los casos en los que la biopsia con aguja fina o trocar no ha sido clara. La biopsia incisional debe seguir reglas muy precisas y una técnica meticulosa. La biopsia excisional puede considerarse sólo para condiciones cuyo patrón radiográfico es patognomónico, por ejemplo el osteoma osteoide. También en este caso hay que seguir reglas precisas y una técnica meticulosa.

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¿Cómo se trata?

El objetivo del tratamiento de los tumores primarios de la columna vertebral es una resección en bloque con el fin de obtener "márgenes histológicos seguros" de uno o varios niveles en función de la extensión del tumor. La reconstrucción anterior de las vértebras puede obtenerse con una jaula de carbono o de titanio rellena de hueso autólogo y homólogo fuertemente conectada a un sistema estable de estabilización posterior (tornillos y varillas). La mejora de los tratamientos médicos (quimioterapia y/o radioterapia) en el tratamiento del cáncer primario ha llevado a un aumento de la supervivencia media del paciente con cáncer con un aumento de las necesidades funcionales. Esto ha llevado a tratar las lesiones vertebrales metastásicas no sólo con intervenciones paliativas sino, en casos seleccionados, con intervenciones curativas que antes sólo eran prerrogativa de los tumores primitivos. Las intervenciones paliativas incluyen: estabilización y descompresión para el control del dolor, inestabilidad mecánica y prevención o tratamiento del daño neurológico; vertebroplastia o termoablación; curetaje o corporectomía. La decisión en estos casos suele ser tomada por un equipo multidisciplinar (oncólogo, radioterapeuta, ortopédico) para evaluar la opción adecuada para cada paciente.

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