Cirugía para la incontinencia urinaria masculina

¿Qué es?

Dificultad técnica:
media
Duración media del procedimiento:
60 minutos
Duración media de la estancia hospitalaria:
2 días

¿Cuándo está indicado este procedimiento?

La incontinencia urinaria de esfuerzo, es decir, la pérdida incontrolada de orina junto con el aumento de la presión en el interior del abdomen, como por ejemplo al toser, estornudar o pasar de una postura tumbada a otra erguida, en el paciente masculino es casi exclusivamente una consecuencia de la cirugía realizada en la región anatómica de la pelvis en la próstata y/o la vejiga. El primer enfoque que se puede proponer es siempre conservador. En este contexto, el paciente es adoctrinado por un fisioterapeuta experto para realizar una gimnasia pélvica específica destinada a controlar de forma autónoma las pérdidas de orina (también con la ayuda de la estimulación eléctrica del periné mediante sondas endorrectales específicas), posiblemente acompañada de una terapia médica específica con fármacos de acción relajante directa sobre la vejiga (también para reducir la frecuencia de las micciones diurnas y nocturnas) o fármacos capaces de favorecer la acción de contención del esfínter uretral y, por tanto, de reducir las pérdidas de orina. En los casos de incontinencia urinaria que no responden al tratamiento conservador de primera línea, se puede considerar la cirugía correctiva, con la colocación de diversos dispositivos, desde globos de silicona en el cuello de la vejiga hasta un verdadero esfínter urinario artificial. La elección del tratamiento depende del grado de incontinencia y de las características del paciente.

¿Cómo se realiza?

Los dos tipos de intervenciones más comunes para la corrección de la incontinencia de esfuerzo en los hombres son, en los casos de incontinencia leve a moderada, la colocación de un pequeño doblador (o cabestrillo) de material biocompatible, a nivel suburetral y, en los casos de incontinencia grave, la colocación de una verdadera prótesis urinaria: el esfínter artificial. La finalidad de esta última es comprimir mecánicamente la uretra para detener las pérdidas de orina. Ambas operaciones implican un abordaje perineal (en la región entre el escroto y el ano). En el primer caso, se realizan tres pequeñas incisiones, una perineal y dos inguinales, a través de las cuales se coloca el cabestrillo y se eleva la uretra para soportar el aumento de la presión abdominal y así contrarrestar las fugas. En el segundo caso, en cambio, además de la incisión a nivel escrotal, otra incisión a nivel abdominal permitirá la inserción de la prótesis urinaria que consta de tres componentes: un depósito, un manguito (que se colocará alrededor de la uretra) y una bomba (que se colocará dentro del escroto). Ambos procedimientos se realizan, en la mayoría de los casos, bajo anestesia espinal.

Recuperación

El paciente puede ser dado de alta al día siguiente de la intervención sin sonda vesical. Es posible que el paciente necesite vaciar la vejiga con pequeñas sondas desechables durante algún tiempo después de la operación.

Complicaciones a corto plazo

La retención urinaria (temporal), la infección o la hemorragia son las principales complicaciones inmediatas. Un pequeño porcentaje de pacientes experimenta dolor postoperatorio a nivel de las heridas inguinales que se resuelve espontáneamente

Complicaciones de larga duración

Recurrencia de la incontinencia, mal funcionamiento, erosión uretral, riesgo de revisión quirúrgica (sólo en caso de implantación de prótesis)

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