Cirugía urológica mínimamente invasiva

¿Qué es?

La cirugía urológica mínimamente invasiva recurre a la laparoscopia o a la cirugía robótica, con pequeñas incisiones en el vientre del paciente a través de las cuales se introducen instrumentos laparoscópicos o robóticos. La cirugía mínimamente invasiva, término que se utiliza en contraposición a la cirugía abierta o a cielo abierto, permite una visualización óptima de los órganos abdominales gracias a la ampliación que proporciona el uso de cámaras de alta resolución y una visión tridimensional para el abordaje robótico o laparoscopia 3D. Estas ventajas pueden dar lugar a una precisión del acto quirúrgico que no puede lograrse usando técnicas abiertas clásicas.

Dificultad técnica:
media-alta
Duración media del procedimiento:
3 horas
Duración media de la estancia hospitalaria:
2 días

¿Cuándo está indicado este procedimiento?

La cirugía urológica mínimamente invasiva está muy extendida en la práctica clínica en todos los días, hasta el punto de que actualmente es el estándar para la mayoría de las operaciones. La selección del paciente y la elección del tipo de cirugía tiene lugar en el momento del examen urológico en función de las características y la patología. En cada caso, un equipo de urólogos y anestesistas realiza una evaluación preoperatoria para determinar cualquier condición clínica que exponga al paciente a un riesgo excesivo de complicaciones debido a la técnica mínimamente invasiva. En el caso de enfermedades cardiovasculares o respiratorias importantes o en algunos casos de glaucoma grave, la cirugía urológica mínimamente invasiva no está recomendada.

¿Cómo se realiza?

La cirugía mínimamente invasiva en el ámbito urológico utiliza una cavidad del ser humano, el peritoneo, que se infla debidamente con dióxido de carbono y permite, mediante instrumentos laparoscópicos y robóticos, una visualización óptima de los órganos abdominales y pélvicos. Durante la cirugía laparoscópica, el cirujano utiliza instrumentos específicos y se mueve mientras mira un monitor. Durante la cirugía robótica, el cirujano puede tener una vista en 3D y moverse mediante una consola quirúrgica, joysticks y un visor específico. La magnificación proporcionada por el instrumental robótico y laparoscópico permite una precisión del acto quirúrgico que no puede lograrse con las técnicas abiertas clásicas.

Recuperación

La recuperación tras la cirugía mínimamente invasiva depende en gran medida del tipo de patología que sufra el paciente y, por tanto, del tipo de cirugía. A continuación se indican los periodos de recuperación por procedimiento:

  • Prostatectomía radical asistida por robot: la hospitalización dura una media de 2 días, con un tiempo de permanencia de la sonda vesical de unos 7 días, y un tiempo de recuperación de las actividades físicas normales de unos 30 días
  • Cistectomía radical asistida por robot: la hospitalización dura una media de 10 días, y la recuperación varía mucho en función del tipo de derivación urinaria y del estado clínico del paciente; por lo general, es posible volver a los hábitos previos a la cirugía en unas 4 semanas o 3 meses.
  • Cirugía renal asistida por robot: la hospitalización dura una media de 3 días, con una rápida recuperación tras el alta, que suele producirse tras la retirada de la sonda vesical.
  • Pieloplastia robótica: la hospitalización dura una media de 4 días, con una rápida recuperación tras el alta.

Complicaciones a corto plazo

Las principales complicaciones de la cirugía mínimamente invasiva son las infecciones del sitio quirúrgico, que se producen en aproximadamente el 5% de los casos y que en la mayoría de los casos se resuelven sólo con terapia antibiótica, seguidas de las complicaciones debidas a la extirpación de los ganglios linfáticos y las complicaciones debidas a la inmovilización, que se producen en menos del 1% de los casos.

Complicaciones de larga duración

Las complicaciones a largo plazo están ligadas a la patología por la que se ha operado, en concreto, en la cirugía de próstata, la recuperación de la continencia y la potencia sexual son muy variables y dependen de la agresividad del tumor y de si se han salvado o no las estructuras nobles responsables de la erección y la continencia. En la cirugía renal, dependiendo de la extensión de la extirpación del tumor (nefrectomía radical o nefrectomía parcial), la principal consecuencia a largo plazo es la insuficiencia renal, que en todos los casos es manejada por un equipo de nefrólogos experimentados disponibles en la unidad operativa de Urología. En la cirugía mínimamente invasiva del cáncer de vejiga, las complicaciones dependen en gran medida del tipo de derivación urinaria que se decida (incontinente frente a continente), y son en gran medida superponibles a los efectos a largo plazo de la cirugía mínimamente invasiva de la próstata.

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