Displasia cervical

¿Qué es?

La displasia cervical (CIN - Cervical Intraepithelial Neoplasia) se refiere a un grupo de lesiones epiteliales del cuello uterino (displasias) caracterizadas por cambios morfológicos e histológicos que no se extienden más allá de la membrana basal. Es posible distinguir entre:

CIN 1 (displasia que afecta a las células de la capa más profunda del epitelio)

CIN 2 (displasia moderada, en la que las atipias celulares afectan a 2/3 del epitelio cervical)

CIN 3 (displasia severa y Ca in situ en el que todo el espesor del epitelio está implicado pero no sobrepasa los bordes de la membrana basal. Cuando se supera la membrana basal se habla de carcinoma invasivo).

La nueva clasificación de la prueba de Papanicolaou (Bethesda) adopta el término SIL (lesión escamosa intraepitelial), dividiendo la displasia en:

SIL de bajo grado (Low-SIL) que incluye CIN 1 (displasia leve)

SIL alto, que incluye CIN 2 (displasia moderada) y CIN 3 (displasia grave).

Cada una de estas lesiones se caracteriza por una probabilidad de regresión (muy alta en los casos de displasia leve) y de progresión (aproximadamente el 1% de los casos de displasia leve, el 5% de los casos de displasia moderada y el 12% de los casos de displasia grave).

Una lesión displásica de alto grado (H-SIL) se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres de entre 25 y 35 años, mientras que el cáncer invasivo se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres de más de 40 años. En casi todos los casos, la lesión displásica de bajo grado necesita varios años para evolucionar hacia un cáncer cervical invasivo. Esto implica la necesidad de un diagnóstico precoz y, en consecuencia, un debido tratamiento de estas lesiones.
El factor de riesgo más común para el desarrollo de la displasia cervical es la infección genital por el virus del papiloma humano (VPH). Otros factores de riesgo son la promiscuidad sexual, el tabaquismo y el uso de fármacos que suprimen el sistema inmunitario.

Existen numerosos subtipos de VPH. Los subtipos de alto riesgo (16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 46, 51, 52) se encuentran en las displasias o lesiones preneoplásicas, de grado bajo (L-SIL) o alto (H-SIL), y en muchas enfermedades malignas del tracto genital inferior femenino, como el carcinoma de cuello uterino, vagina y vulva. Sólo los subtipos 16 y 18 del VPH son responsables del 70% de los cánceres de cuello uterino.

¿Cuáles son los síntomas?

La displasia cervical tiene un curso completamente asintomático. La infección por VPH es igualmente asintomática. La evolución de la displasia en dirección cancerosa puede manifestarse con manchado, hemorragia intermenstrual y flujo vaginal maloliente no justificado. 

¿Cómo se diagnostica?

En los casos en los que se detecta una anomalía citológica en la prueba de cribado (prueba de Papanicolaou y/o prueba del VPH), el siguiente procedimiento diagnóstico es la colposcopia. La colposcopia es un examen que se realiza de forma ambulatoria, es sencillo de realizar y no implica ningún riesgo para la paciente, y tiene como objetivo una observación precisa de la vagina y el cuello uterino. Durante la colposcopia, se pueden tomar una o varias biopsias en el lugar de la lesión para obtener un resultado anatómico-patológico de la displasia útil para un posterior tratamiento clínico de la paciente. 

¿Cómo se trata?

Los métodos más comunes para el tratamiento de la displasia cervical son el láser, la diatermocoagulación cervical y la conización (LEEP).

Los tratamientos se dividen en destructivos o ablativos (vaporización láser y diatermocoagulación cervical, en los que se destruye el tejido patológico) y excisionales (conización, en los que se extrae el tejido patológico y se examina por el anatomopatólogo). Los factores que influyen en la elección del tratamiento son la extensión y la gravedad de la displasia, la edad de la mujer, su deseo de futuros embarazos y la posible presencia de otros problemas ginecológicos.

El objetivo del tratamiento de la displasia cervical es eliminar la lesión y detener la progresión hacia el cáncer cervical. Sin embargo, independientemente del tratamiento, existe la posibilidad de que la displasia reaparezca. Es necesario realizar controles periódicos después del tratamiento (colposcopia con examen citológico y prueba de VPH de biología molecular) a intervalos que dependen del tipo de lesión diagnosticada.
 
La prevención de las lesiones displásicas del cuello uterino es ahora posible gracias a la introducción de la vacunación contra el VPH. Los estudios sobre el uso de esta vacuna, inicialmente recomendada sólo en niñas y adolescentes, han revelado su utilidad para todas las mujeres hasta los 45 años de edad, independientemente de su historial clínico de positividad al papiloma y/o de los antecedentes de lesiones displásicas cervicales. En la edad adulta, la vacunación consiste en 3 dosis a los 0, 2 y 6 meses (se debe evitar durante el embarazo).

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